Teatron I: La sociedad en escena

La modernidad ilustrada combatió la idea del mundo como teatro con la intención de que los actores sociales se miraran unos a otros sin el determinismo de un espectador central que reflejara su poder en la escena. Lo que de hecho sucedió es que la burguesía no se conformó con la platea, sino que se apropió también del escenario, desplazando al “gallinero” o a los fosos aquello que no le interesaba. Sin embargo, la idea de mirarse unos a otros se convirtió en motor de una nueva teatralidad social cuyo escenario ya no serían los viejos teatros, sino las ciudades mismas. Mientras las plazas de los pueblos (o las de las ciudades que guardaban la memoria de haber sido pueblos) seguían acogiendo la espectacularidad del Ancien Régime, las calles se descubrían para el paseante como un espectáculo sin drama, mucho más interesante que aquel que se mostraba entre bambalinas y candilejas. [...]

 

Ramón Casas: Garrote vil (1894)
Louis y Auguste Lumière: Sortie de l’Usine Lumière à Lyon (1895)
José Gutiérrez Solana: El ciego de los romances (1915)
Ignacio Zuloaga: El Cristo de la sangre (1911)
Joaquín Torres García: Filosofía presentada por Palas en el Parnaso (1911)
José Clará: Desnudo femenino (1913)
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