Teatro de operaciones
En 1936, España se convierte en teatro de operaciones. Las tentativas de utilizar los escenarios como lugares de experimentación de nuevas formas de acuerdo social (Brecht) o de construcción de modelos utópicos de sociabilidad (Schlemmer / Meyerhold) quedaban atrás. A la racionalidad bélica sólo puede responder el grito dolorido que arranca de las vísceras del hombre, atraviesa la garganta del caballo herido y se derrama sobre los paisajes anímicamente desolados de la Europa de postguerra. Los escenarios de la realidad se vuelven tan estruendosos, tan monstruosamente espectaculares, que el viejo sujeto con pretensiones de actor debe elegir entre dos opciones: entrar en la máquina o bien huir a espacios remotos del interior del cuerpo u otras geografías. Al teatro como tal sólo le cabe en consecuencia una función subsidiaria: apoyar a las tropas o construir escenas de la palabra para cuando lleguen tiempos mejores.
Alberto Sánchez: Fuenteovejuna (1933)
Pablo Picasso: Guernica (1937)
Antonin Artaud: Para acabar con el juicio de Dios (1947)
Francis Bacon: Lying Figure (1966)
José Val del Omar: Tríptico elemental de España (1953-61)
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